Pida la palabra, pero tenga cuidado
Julio Cortázar
Cuando el
catedrático doctor Lastra tomó la palabra, ésta le zampó un mordisco de los que
te dejan la mano hecha moco. Al igual que más de cuatro, el doctor Lastra no
sabía que para tomar la palabra hay que estar bien seguro de sujetarla por la
piel del pescuezo si, por ejemplo, se trata de la palabra ola, pero que a queja
hay que tomarla por las patas, mientras que asa exige pasar delicadamente los dedos por debajo
como cuan-do se blande una tostada antes de untarle la manteca con vivaz
ajetreo. ¿Qué diremos de ajetreo?
Que se requieren las dos manos, una por arriba
y otra por abajo, como quien sostiene a un bebé de pocos días, afín de evitar
las vehementes sacudidas a que ambos son proclives. ¿Y proclive, ya que estamos? Se la agarra por
arriba como a un rabanito, pero con todos los dedos porque es pesadísima.
¿Y pesadísima? De abajo, como quien empuña una matraca. ¿Y matraca?
Por arriba, como una balanza de feria. Yo creo que ahora usted puede seguir
adelante, doctor Lastra.
Julio Cortázar: fue
uno de los más importantes escritores argentinos de todo el siglo XX. La obra
de Cortázar es de interés básico para los jóvenes, casi una estación en la que
es imposible no detenerse. Este texto fue tomado de El libro de la Imaginación. Este texto fue
tomado de Último round, Siglo XXI, México, 1991.
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