domingo, 24 de febrero de 2013

¡Antes de leerme, óyeme!


     No me leas por satisfacer una curiosidad, ni tan solo por complacer a alguien. Léeme con amor, convencido de que mucho te aprovecharán mis indicaciones.
    Tu deseo de hallar la verdad debe ser tan intenso y tan vivo como el de una persona que, sumergida por una fuerza extraña en el agua, anhela el aire para vivir.
    Si no es así tu deseo, ciérrame. No ha sonado para ti la hora de leerme.
   Sí las ideas que voy a revelarte desarmonizan con las tuyas, no me vituperes; si concuerdan, no me alabes ni me defiendas, simplemente has que otros me lean.
   Si son para ti ideas nuevas, no las rechaces de plano ni las tomes con entusiasmo frenético. Lee cinco minutos y medita diez sobre lo leído.
   Este es el secreto en la lectura y así sentirás la verdad.
   Sea o no tuyo, cuídame como al más preciado de tus tesoros, así estaré feliz en tu compañía y si he de irme de tu lado, lo haré con pesar.
   Si tú lo quieres, estaré siempre tan nuevo como el día en que vi la luz; no me envejezcas con tu mal trato.
   Ojala estimado amigo, que algún día quieras, como yo lo deseo, volver a leerme.

Autor: Doctor, Luis Del Valle Franco.
Tres Arroyos, Buenos Aires

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